jueves, 17 de noviembre de 2011

LA VOZ + JOVEN. OBRA SOCIAL CAJA MADRID


Soy una de los seis ganadores de "La voz + joven", concurso de poesía organizado por Obra social Caja Madrid, con un conjunto de poemas titulado "Frida Kahlo y el Minotauro". El premio consiste en participar en una lectura de "La Voz+ joven" en La Casa Encendida (Ronda de Valencia, núm. 2, Madrid), que tendrá lugar el día 15 de diciembre de 2011, a las 19:00 horas. Además, los poemas se publicarán en un libro y en la web Obra social de Caja Madrid. El jurado ha estado compuesto por Ada Salas, Juan Carlos Mestre y Marta Agudo.


Mi nacimiento o Nacimiento


La tierra no me sirve de soporte.
No me basta con el cuerpo que da vida.
Las pezuñas del mamífero se agarran
al lugar ilimitado, al cuerpo de la tragedia.
La tierra no me sirve como círculo.
Hilo las raíces que me atan únicamente a mi condena.
Sueño con un ánfora que no me obligue
a derramarme ciegamente, con un embrión
que me otorgue el don del nacimiento.
Más allá del elemento creador,
el mar es mi verdugo
y mi carne un signo en el que clavar puñales.
Algunas noches, doblegada por el miedo,
dejo a los salvajes devorar los restos del naufragio.
Luego, abandono a la criatura,
sola,
enroscada en la jauría,
y erijo un altar en el que mi cuerpo se sostiene como muerte.


El venado herido
o soy un pobre venadito


Alguien lanzó las flechas desde el otro lado del bosque,

allá donde las pasiones duermen el sueño endurecido de las bestias.

La herida se ha convertido en un entramado de miel y de llagas azules dentro del corazón de los amantes.

En mi mente se origina un pensamiento extraño…

Recuero un país lleno de agua

y las flechas flotando a mis pies…

Allí, los caballos bailaban sobre el sonido esquelético de la luna.

Yo lancé las flechas para comer de la carne de los sueños.

Y ahora, me he convertido en la presa, un venado que vaga por el bosque de las lamentaciones sin encontrar un camino ni palabras misericordiosas.

Algunas tardes doblo mis cuatro patas y bebo de la orilla del lago.

Luego contemplo esas ramificaciones amarillas que se extienden como mapas del miedo por mis venas.

El bosque ha llorado dagas flexibles sobre el cristal de los soñadores.

A esas horas, a punto de comenzar la noche,los cangrejos dorados lamen la sangre de mis heridas y las hormigas se bañan en mis lágrimas de cera.

Creo que he llegado al territorio de las estatuas.