Durante el curso 2005-2006 (cuarta promoción), residí en la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores, en Córdoba, al haber obtenido una de beca de literatura. Y quien mejor para describir del esíritu de la Fundación sino el propio Antonio Gala, copio a continuación sus palabras: "En el Convento del Corpus Christi, construido y crecido biológicamente en Córdoba, en el siglo XVII, donde durante siglos se levantó la reflexión y el amor más espiritual, se instalarán las ansias, los deseos, los proyectos, el temblor y la luz de jóvenes creadores que llevarán después, vayan adonde vayan, el fértil recuerdo de su estancia. De ahí que el lema de la casa sea un versículo del Cantar de los Cantares: Pone me ut signaculum super cor tuum. Y así, cuando el éxito, o la mejor plenitud, los embarguen, podrán reconocerse unos a otros. Porque en el mismo lugar se sedimentó y floreció su arte, se produjo y alumbró su solidaridad, se codeó con otros su inspiración, y los invadió la hermosura de la misma ciudad y las caricias exteriores e interiores de un clima semejante. Con todo el fervor de mi corazón así anhelo que sea. Entre otras razones, porque no conozco mejor inmortalidad que la de ser recordado, con afecto y respeto, por quienes nos sucedan.”
Todo el mundo me pregunta cuando se enteran de que he estado en la Fundación que qué era realmente lo que hacía allí. Y nunca sé muy bien cómo contestar a esa pregunta. Siempre empiezo contando que vivíamos en un lugar precioso, lo que fue un convento en otra época, que tenía patios interiores con fuentes. Cada uno de los residentes (en mi promoción éramos 19), tenía una habitación propia, con baño incorporado y unas vistas impresionantes de todo Córdoba. Cada uno nos dedicábamos a un aspecto distinto de la creación: literatura, pintura, escultura o música, y aprendíamos unos de otros. ¿Que si había clases, cursos, etc.? No. De vez en cuando íbamos a exposiciones o recitales, pero no había clases. ¿Entonces qué hacíamos? Esta es la pregunta complicada, porque realmente no teníamos ninguna obligación en todo el día. La beca consiste en darte todo el tiempo que necesites para crear. No todo el mundo entiende la ventaja que esto supone para un creador, te regalan TIEMPO. No tener que estar con la cabeza en miles de cosas que tienes que hacer, la universidad o el trabajo, etc. Tienes todo un año para crear. Allí nadie te enseñaba nada, pero aprendías mucho, de los demás o de lo que investigabas por tu cuenta. Fue un año, aunque aparentemente tranquilo, intenso interiormente.
¿Qué más puedo decir de la Fundación? Que fue un año inolvidable, que gracias a la Fundación hice amigos que todavía conservo, que a partir de ese año empecé a ESCRIBIR. Y los momentos malos, se olvidaron hace tiempo. Sin ese año en la Fundación no sería la persona que actualmente soy.
Para quien quiera más información:
http://www.fundacionantoniogala.org/detalle.php?id=70&idpromo=1
1 comentario:
eso es, ¡TIEMPO!...
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